En 1997 Apple era una compañía al borde del desastre: las pérdidas eran una constante, sus acciones se desangraban mes a mes, su imagen de marca se había deteriorado enormemente, y sus mejores talentos huían a otras compañías. Tan mala era la situación que Apple estuvo a sólo 90 días de la insolvencia. ¿Cómo pudo llegar a esta situación la empresa con la mayor capitalización bursátil de la historia?
Cuando salió a bolsa en 1980, Apple creó más multimillonarios que ninguna otra compañía en la historia; el nombre “Apple” era sinónimo de éxito.
Poco después John Sculley, el hombre que había llevado a lo más alto a Pepsi Cola, tomaba las riendas de la compañía. Bajo su dirección, la empresa pasaría de unas ventas anuales de 800 millones de dólares a los 8000 millones y de unos beneficios de 80 millones a los 500. Por otro lado, también sería el responsable de la marcha de Steve Jobs, después de algunos fracasos por parte de este, pero no antes de que Jobs orquestara un “golpe de estado” fallido que tenía como objetivo despojar a Sculley de su cargo.
La envidiable situación de Apple cambio a principios de los 90. Con la aparición de Windows 3.0 (1990) y Windows 3.1 (1992) los compatibles IBM, mucho más baratos, se acercaban peligrosamente a la experiencia de usuario de los ordenadores de Apple. Tampoco ayudaban las ingentes cantidades de dinero que la empresa malgastaba en proyectos fallidos, como consolas de videojuegos, procesadores de 4 núcleos o cámaras de fotos.
Esto se reflejó en los beneficios, que cayeron de 500 millones a sólo 90 en 1 año, y en el valor de las acciones de la empresa, que en el primer cuarto del año fiscal de 1993 vería reducido su valor en dos terceras partes en cuestión de semanas. Sculley anunció que se retiraría ese mismo año, pero la junta directiva no tenía tanta paciencia y puso al frente de manera inmediata a Michael Spindler, por aquel entonces director de operaciones de Apple.
La primera decisión de Spindler como CEO fue la de llevar a cabo una reorganización radical en la que se despidió a más de 2500 personas (un 15% de los trabajadores de Apple), con un coste para la compañía de casi 200 millones de dólares en indemnizaciones. También suspendió las pagas extras, congeló los incrementos de sueldo y recortó muchas de las pequeñas ventajas a las que los trabajadores se habían acostumbrado, como el gimnasio, o la comida gratis en la cafetería.
Esto no hizo más que desmoralizar a los empleados, hasta el punto que se convirtió en algo casi habitual tener que desalojar las oficinas continuamente debido a amenazas de bomba contra la vida de Spindler.
A continuación, Spindler puso a sus empleados a producir ordenadores más baratos, y empezó a buscar un comprador para Apple; una gran empresa con el tamaño suficiente para poder ayudar a los de Cupertino a reducir costes y aumentar cuota de mercado. El primer candidato fue IBM, con la que Apple había estado tan cerca de fusionarse antes de la sustitución de Sculley que se llegaron a imprimir las copias de los contratos y las notas de prensa. Por el despacho de Spindler también pasaron Sun, Motorola, HP, Sony, Philips, Oracle y Silicon Graphics, pero, envalentonado por un pequeño despegue en los números de Apple, Spindler terminó por desecharlos a todos.
Con esto llegamos al 24 de Agosto de 1995. En el campus de Redmond, Washington, el entonces CEO de Microsoft Bill Gates presentaba al mundo su nuevo sistema operativo: Windows 95; un sistema operativo al que Microsoft había dedicado más de 300 millones de dólares en publicidad y al que Spindler había poco menos que ignorado.
Windows 95 fue todo en un torpedo directo a la línea de flotación de Apple, haciendo que la cuota de mercado se redujera aún más, pasando de un 9% a un 7,4%. Esto resultó en que, en el cuatrimestre final del año fiscal de 1995, de unos beneficios esperados de 150 millones de dólares, se pasara a unas pérdidas de 70 millones.
La respuesta de Spindler no se hizo esperar, y vino en la forma de casi 1300 despidos más, así como de una búsqueda frenética de un comprador. Pero Apple ya no era la chica bonita del baile. Cuando Spindler envío a su director financiero a reunirse con Sun, estos ofrecieron comprar la empresa a un precio de 23 dólares la acción (8 dólares por debajo del precio de mercado), lo que en los ojos de Apple era poco menos que un insulto y una oferta que sólo alguien totalmente desesperado aceptaría.
Con todo, este no era el principal problema de la compañía. Spindler había sobreestimado enormemente la demanda que tendría su nueva gama baja, hasta el punto de que a lo largo de los meses siguientes ordenadores por valor de más de 1000 millones de dólares se tendrían que vender por debajo de coste o no venderse.
Esta fue la gota que colmó el vaso para la junta directiva, que exigió la renuncia inmediata de Spindler y colocó en su lugar a Gil Amelio, alabado entre los economistas por haber conseguido salvar de la quiebra a National Semiconductor en 1991.
Amelio, tercer CEO de Apple en sólo 4 años, se convierte en el CEO de Apple el 2 de Febrero de 1996, con un salario de 990.000 dólares más primas, además de un préstamo de 5 millones de dólares a un interés muy bajo y un avión alquilado a expensas de la compañía.
Lo que se encuentra Amelio al revisar los libros de la compañía es una empresa al borde de la insolvencia que no sólo pierde dinero: se desangra. Para asegurar la viabilidad de la compañía a corto plazo, se colocan 660 millones de deuda privada en forma de obligaciones convertibles en 2001, se cierran fábricas, se venden recursos no esenciales y se despide a casi 3000 empleados.
Con esto, se resuelve el problema más acuciante y Amelio se asegura la vida de la empresa hasta, por lo menos, 1997. Sin embargo, los problemas no hacían más que acumularse. Preocupados por la viabilidad de la empresa, los consumidores retrasan sus compras o se pasan a la competencia, lo que hace bajar las ventas en un 20%. Para el segundo cuarto de 1996, Apple declara unas pérdidas récord de 740 millones de dólares, más que ninguna otra compañía en la historia de Silicon Valley.
Tras nuevas pérdidas de 32 millones de dólares en el tercer cuarto, Apple consigue unos discretos beneficios de 25 millones en el último cuarto de 1996.
1997 comienza con nuevas caídas en las ventas (otro 32%), resultando en unas pérdidas de 120 millones. Mientras tanto, Amelio intenta arreglar otro problema de Apple: su sistema operativo obsoleto.
Aunque la empresa llevaba tiempo trabajando en una nueva versión de su sistema operativo, no parecía que el proyecto fuera a acabarse a corto ni medio plazo. Así las cosas, Amelio centra su mirada en dos antiguos empleados de Apple: por un lado, Jean-Louis Gassée y su sistema operativo BeOS y por otro, Steve Jobs y su nueva empresa NeXT, creadora de OPENSTEP. Apple se decanta por NeXT, por la que paga un precio muy por encima de su valor de mercado: 380 millones de dólares, mas 1,5 millones de acciones para Jobs, valoradas en ese momento en otros 22,5 millones de dólares.
De esta forma Steve Jobs vuelve como consejero a la empresa que fundó junto a Steve Wozniak.
El coste de la compra de NeXT y el despido de otras 4000 personas (un 30% de sus trabajadores) suponen otro cuarto desastroso para Amelio, con pérdidas por valor de 708 millones de dólares.
Mientras tanto Jobs, a pesar de no contar con ningún poder oficial dentro de la empresa, poco a poco va colocando a los ingenieros de NeXT en puestos clave dentro de la empresa.
En junio de 1997, Jobs vende los 1,5 millones de acciones que había obtenido con la venta de NeXT por 430 millones de dólares. Esto hace bajar en picado las acciones de la compañía y el 9 de julio, a instancias de Steve Jobs, la junta directiva despide de manera fulminante a Gil Amelio.
Bajo la dirección de Gil Amelio, periodo que no llegó a los 500 días, Apple perdió 1600 millones de dólares y un 6% de cuota de mercado, cayendo hasta un paupérrimo 3%. Cuando un miembro del consejo de administración preguntó a Jobs por el trabajo de Amelio este afirmó: “es el peor CEO que he visto en mi vida. Si se necesitara una licencia para poder ser CEO, no se la darían“.
Jobs se convierte en CEO interino el 16 de septiembre de 1997. Su primera acción, como venía siendo habitual en Apple: despedir a más de 3000 personas. Además canceló el 70% de los proyectos de la compañía, quedándose con el 30% que consideraba viables.
Pero también hizo algo sorprendente que consiguió devolver la confianza a los accionistas y que, probablemente, salvó a Apple de un futuro incierto: visitar a Bill Gates y cerrar un trato por el cuál Microsoft se comprometía a comprar acciones de Apple (sin derecho a voto) por valor de 150 millones de dólares y a continuar desarrollando Office para Mac hasta 2002. Cuando se cerró el trato, supuestamente, Steve Jobs le dijo a su viejo enemigo: “Gracias por tu apoyo a esta compañía. Creo que el mundo es un poco mejor gracias a ti”.
En enero de 1997, en la Macworld de San Francisco, Jobs usó por primera vez su “One more thing” (una cosa más) para anunciar beneficios de 45 millones de dólares, que se convertirían en 309 millones al final del año fiscal. El resto, es parte de la Historia.
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