martes, 15 de mayo de 2012
¿Y ese aborrecimiento a Bolívar?
JM. Rodríguez
Cómo poder entender que un venezolano, bien lejos de la adolescencia para la gracia, pretenda oscurecer a Bolívar reivindicando la maledicencia santanderiana. Ni siquiera el síndrome del traidor lo explicaría.
Los héroes nacionales, en cualquier país del mundo, lo son cuando sus ciudadanos, de la ideología que sea, lo asumen como tal. Ah, pero no es así para Ibsen Martínez. Las desolladuras irrecuperables que le acompañan como una maldición, lo llevan a concluir que el culto a Bolívar nació de la necrofilia izquierdista latinoamericana acostumbrada a crear “héroes chambones”.
Para él, héroe, lo que se dice héroe, fue Hércules, paradigma de la virilidad y el orden olímpico que preñó en una noche a cincuenta jóvenes tebanas.
Ya conocemos del discurso irresoluto y provocador que usan aquellos escritores, azorados en el disimulo de sus insuficientes dones. Por ahí anda el colombiano Vallejo en lo mismo. Pero, en el fondo de su alma, lo que le sucede a Martínez es que está jodido por su voltereta ideológica que, como dijo aquel surafricano delator de sus camaradas de lucha contra el apartheid, le producen “…aborrecimiento de sí mismo”. Y en ese estado no hay viagra que valga.
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