La polémica sobre los niveles de privacidad y la geolocalización vuelve a estar encima de la mesa. Foursquare acaba de banear el acceso a su API a una aplicación para iOS, Girls Around Me cuyo objetivo es, expuesto de manera básica, localizar a mujeres cercanas a tu ubicación en base a la actividad pública de estas en Foursquare. La información se muestra (o se mostraba) sobre un mapa convencional y gracias a Facebook también permite conocer sus intereses, sus fotografías, su edad y toda la información que la otra persona haya decidido hacer pública.
La aplicación en sí no es nada del otro mundo, se basa en el simple acceso a una API, la correlación de esta con los datos de Facebook y a mostrarla debidamente en un mapa según tu ubicación, la idea, y sobre todo las consecuencias y las implicaciones detrás de la misma son lo realmente espeluznante. Todo surgía a raíz de un post publicado en Cult Of Mac, que rápidamente se convirtió en viral y provocó horas después el cierre por parte de Foursquare.
Lo que sí es interesante es hasta qué punto muestra el doble juego que tiene el rol de la privacidad en una red social. Porque está muy bien poner a parir a Foursquare y a Facebook sobre la privacidad en sus servicios, pero no puede uno dejar de preguntarse si realmente, aparte de las redes que no son más que simples herramientas, el problema recae en el uso de las mismas.
Es tan simple como que si vas a compartir la información sobre tu ubicación, tus intereses y cualquier otro dato más al que hubiese podido tener acceso Girls Around Me, tienes que entender lo que eso significa y aplicar el sentido común. O lo que es lo mismo, con un mínimo de cuidado por parte del usuario y unos ajustes adecuados en la privacidad la aplicación no habría mostrado absolutamente ningún resultado.
Pero la otra cara de la moneda es precisamente esa, los ajustes por parte del usuario, y donde entra en acción la parte punible por parte de Foursquare y Facebook, que las opciones de privacidad suelen ser lo más laxas posible y que por otro lado es de conocimiento general que el interés de un usuario medio por sus ajustes y las consecuencias de su actividad es técnicamente nulo.
Así que en el fondo se resume en un doble juego, uno en el que por un lado los usuarios son culpables de no aplicar el sentido común y ser consecuentes con la información vertida en las redes sociales y al mismo tiempo las redes (Facebook especialmente, Foursquare es más estricto en ese sentido) mejorar o establecer unas opciones por defecto, que son las que permanecen en el 99% de los casos más respetuosas con la privacidad del usuario.
Intentar achacar o asumir toda la responsabilidad y el peso de la privacidad a uno de los dos extremos es, a mi consideración, un error. La privacidad tiene que entenderse como la consecuencia lógica de ambas partes, una en tanto que pone las herramientas necesarias para que esta no se vea vulnerada y la otra en tanto que aplica el sentido común a las consecuencias de su actividad y es consecuente con ello.
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