Cuando hablamos sobre compartir archivos en la web, lo primero que viene a la mente es el intercambio de canciones, vídeos, películas u otros tipo de contenidos protegidos por copyright. Sin embargo, las redes p2p también funcionan para facilitar la transmisión de obras de dominio público, inéditas, de autoría propia o con licencias flexibles como las de Creative Commons. Así, muchas personas aprovechan para cargar contenidos de su autoría y permitir que el mundo los conozca, reproduzca y comparta.
Ése el caso de Cody Jackson, quien escribió hace unos años un libro sobre el lenguaje de programación Python. Cuando lo terminó, decidió liberarlo como agradecimiento a la comunidad open source. Así, su libro podría descargase de forma gratuita, dándole una opción a los lectores para hacer una donación voluntaria. Para ganar un poco más de dinero, también incluyó un par de anuncios de Google AdSense en su blog de Blogger.
Hace un par de semanas, Jackson recibió un anuncio de Google que le avisaba que su AdSense había sido inhabilitado. La razón: Google afirmaba que Jackson estaba distribuyendo contenido de forma ilegal. La empresa se valía de sus términos y condiciones, donde se señala que quienes usen AdSense no pueden usar sus sitios para compartir material protegido por copyright, ni dar enlaces o redirigir tráfico hacia páginas que contengan (?) este tipo de contenidos.
Por supuesto, el libro de Jackson no violaba ningún copyright, pues es de su autoría y tiene todo el derecho para alojarlo en el blog. La discordia se provocó porque Jackson subió una segunda versión de su libro como torrent, con enlaces a The Pirate Bay y Demonoid para descargarlo. A Google no le importó que el autor haya puesto ahí su propio archivo voluntariamente. Pues no: aunque no haya ninguna infracción al copyright, parece que la penalización es a los sitios de descarga, sin importar si el contenido está o no protegido.
Jackson contactó a Google para explicarles que él era el autor, que el trabajo estaba registrado bajo una licencia Creative Commons BY-SA (que permite copiar, distribuir, transmitir y adaptar el contenido); y que, por tanto, las copias eran perfectamente legales. Google prometió revisar el caso, pero su respuesta fue contundente: no podían dar de alta AdSense porque seguía existiendo una violación a los términos, aunque no supieron decir cuál. El autor intentó, por último, remover los enlaces a los sitios de descarga -a pesar de que eran completamente legales-. Volvió a escribir a Google y, de nuevo, se topó con un muro. La situación aún no se resuelve, porque al parecer, nadie en Google es capaz de comprender su caso.
El asunto de Jackson es grave porque muestra las dificultades que puede tener una persona para dar a conocer su propia obra y lucrar con ella. En ningún momento hay una intención por explotar comercialmente el trabajo de terceros; por el contrario, su modelo apela, por un lado, a la gente que dona voluntariamente; y por el otro, introduciendo los anuncios de Google para sacar un poco de dinero de los visitantes. No hay nada ilegal es eso.
Así mismo, es una muestra de cómo Google está penalizando una tecnología (las redes p2p) sólo bajo una presunción de que forzosamente enlazan a contenido protegido por copyright. Google parece olvidar que estas formas de distribución también sirven para compartir otro tipo de obras, ajenas al sistema e intereses de los defensores del copyright; archivos de personas que buscan difundir su trabajo de manera independiente. Quizá es tiempo de que Google aprenda que no todas las descargas son necesariamente ilegales.
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