Los sifonápteros o pulgas, que es el nombre más común que se suele dar a estos insectos sin alas, son unos parásitos externos que se alimentan de la sangre de otros animales, por ejemplo, mamíferos y aves. En la actualidad se tienen catalogadas unas 1.900 especies distintas de pulgas (pulga común, pulga del perro, pulga del gato, pulga de la rata de alcantarilla, etc) y, según muestran unos fósiles encontrados en China, estos insectos ya estaban presentes en nuestro planeta hace 165 millones de años conviviendo con los dinosaurios; eso sí, las pulgas que vivían cuando los dinosaurios dominaban la Tierra eran de gran tamaño.
Estos fósiles son los vestigios de pulgas con mayor antigüedad encontrados hasta la fecha y datarían de entre 125 a 165 millones de años, según indicó el Instituto Nanjing de Geología y Paleontología de China. Es sorprendente que el hallazgo de estos fósiles haya sido fruto de la casualidad puesto que Diying Huang, miembro del Instituto Nanjing de Geología y Paleontología de China y uno de los autores del estudio, encontró uno de estos fósiles en un mercado chino y, tras verlo, lo comentó en el hotel en el que se hospedaba. Allí, uno de los huéspedes le comentó que procedía de Daohugou, una zona al noreste del país en la que hay un depósito de fósiles bajo una película de ceniza volcánica que tiene una antigüedad de unos 165 millones de años y, tras desplazarse a la zona, encontró las pulgas en un inmejorable estado de conservación.
¿Y cómo eran estas pulgas? Según lo que se puede ver en los fósiles eran extremadamente grandes y, además, las hembras eran del doble de tamaño que las pulgas macho (algo que también ocurre hoy en día); de hecho, su probóscide (la trompa que usan para la succión) era desproporcionadamente larga y poseían bordes dentados con los que morder a su presa y sujetarse, por tanto, eran insectos de gran tamaño (2,5 centímetros de tamaño frente a los 1,5 mm de las pulgas actuales) que se alimentaban, probablemente, de la sangre de los dinousaurios.
Según comentaba Michael Engel en la revista Nature, un entomólógo del Museo de Historia Natural de la Universidad de Kansas que ha participado en el trabajo de investigación:
Es una bestia, un bicho enorme. No me veo llegando a casa y encontrarme a mi Schnauzer miniatura con uno o más de estos bichos arrastrándose sobre él
Y aunque el tamaño pueda sorprender, realmente, no es algo extraño ni fuera de lo común puesto que, hace más de 100 millones de años, los antepasados de las actuales libélulas medían hasta 1 metro de largo. Sin embargo, lo más llamativo de este hallazgo es la trompa que tenían que estaba perfectamente adaptada para traspasar la piel de ciertos dinosaurios (el contorno de la trompa estaba rodeado de afilados picos como si de una sierra se tratase).
Esa trompa escondía un arma. Estaban equipadas para hacer una abertura con profundidad
Con esta descripción uno podría imaginarse a unos insectos enormes y peligrosos (sobre todo si guarda en su memoria alguna imagen de la película Starship Troopers de Paul Verhoeven) pero, realmente, tenían una gran desventaja frente a sus descendientes de hoy en día: sus piernas no estaban bien desarrolladas y, por tanto, gateaban sin poder saltar, una capacidad que, con la evolución a través del tiempo, estos insectos han desarrollado.
Por fortuna para los animales del Mesozoico, estas grandes pulgas carecían de la gran capacidad de salto de las pulgas de hoy en día
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