La sensación que te produce ver un robot o una animación demasiado humana, pero no lo suficiente, tiene un nombre y una explicación.
¿Te sientes algo incómodo al observar esta fotografía? Una teoría en el campo de la robótica sostiene que a medida que las figuras antropomórficas se acercan a la apariencia de un ser humano real, la respuesta de éste se hará más empática, hasta llegar a un punto a partir del cual se convierte en un fuerte rechazo. Si la figura se hace aún más parecida, hasta hacerse casi indistinguible de un ser humano verdadero, la respuesta vuelve a ser positiva: Este bache es denominado "el valle inquietante" o "inexplicable"
El término "valle inquietante" (uncanny valley) fue creado por el profesor Masahiro Mori en 1970, como una metáfora para explicar la curva de las reacciones humanas en el campo de la robótica, resultando en que una figura artificial puede hacerse más familiar a los espectadores otorgándole una apariencia humana, pero sólo hasta cierto punto. Fallar en este espectro resulta en experimentos desastrosos, como el ocurrido con el cortometraje "Tin Toy" (1988) de Pixar, en el cual la audiencia tuvo una reacción fuertemente negativa al personaje del bebé, que había sido hecho "demasiado" parecido a un bebé real, pero al mismo tiempo no lo suficiente.
A pesar de que su propio nombre sugiera que no puede ser explicado, diversas teorías en torno al valle inquietante indican que el sistema de evaluación de estímulos del cerebro está programado para impedir que seleccionemos parejas con problemas de salud, y por ende para hacernos rechazar cualquier indicio que pueda significar que una persona no es idónea para la reproducción o representa un peligro para nuestra preservación.
Thalia Wheatley, una sicóloga del Darthmout College, ha encontrado en sus investigaciones que nuestra historia evolutiva nos ha afinado para detectar las más mínimas distorsiones, como un detector de enfermedades o de problemas físicos o mentales. De este modo, la "inquietud" del valle inquietante podría no ser más que nuestra respuesta de defensa natural a la enfermedad y a la muerte, diseñada para permitir la perpetuación de la especie.
A mayor semejanza de un organismo con nuestra propia apariencia, existe una mayor probabilidad de contraer enfermedades de causa bacteriana o viral, y es posible que esto origine la intensidad del rechazo. Esto significaría que las anomalías que observamos en un androide nos harían asimilarlas a personas gravemente enfermas o muertas, activando una reacción de repugnancia.
La teoría del valle inexplicable, sin embargo, ha sido criticada por otros especialistas en robótica, quienes dicen que al no ser técnicamente posibles en la actualidad los robots que no alberguen semejanza con los humanos, la teoría tiene fundamentos insuficientes. Ayse Saygin, un científico cognitivo de la Universidad de California ha afirmado:
Aún no comprendemos por qué ocurre o si puedes acostumbrarte a ello, y la gente no necesariamente está de acuerdo en que exista.
De cualquier modo, sugiere Saygin, es factible que lo que genera la sensación de inquietud no sea más que una forma de disonancia cognitiva: cuando haces ciertas características semejantes a un ser humano, afirma, elevas las expectativas del cerebro con respecto a ciertos comportamientos, como los movimientos y expresiones faciales. Cuando estas expectativas no son satisfechas por completo, se genera la disonancia en el cerebro.
Los investigadores sugieren que, más allá del campo de la robótica, la posibilidad de comprender mejor el valle inquietante y sus profundidades puede ayudarnos a entender otros aspectos de la mente humana, como el funcionamiento de la empatía. Sea como sea, si quedaste con ganas de explorar tu propio valle inquietante, puedes visitar esta web interactiva que te dejará sintiéndote mal por un rato.
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