¿Alguna vez has tenido la sensación de que cada año transcurre más deprisa que el anterior? No estás solo. Esta percepción es muy común, y los sicólogos han estudiado diversas causas que podrían originarla.
Cuando somos pequeños, cada cumpleaños parece estar a un siglo de distancia, y nada parece haber transcurrido con mayor lentitud que la adolescencia. Sin embargo, en cierto punto en la edad adulta, el tiempo parece empezar a pasar con mayor y mayor rapidez cada vez, y nos encontramos sorprendidos frente a las decoraciones navideñas diciéndonos "¿es posible que este año se esté acabando ya? ¡pero si parece que acaba de empezar!"
Aunque el procedimiento por el cual los humanos medimos el tiempo aún no está completamente determinado, y entre otras cosas, no sabemos con exactitud cuáles partes de nuestro cerebro participan de este proceso, existen diversas teorías con respecto a las causas de esta percepción. Una de ellas es denominada, en inglés, "telescopy", que significa simplemente la subestimación del tiempo transcurrido. En este contexto, significa que nuestro cerebro recuerda eventos distantes como si hubieran ocurrido más recientemente. Ésta es la causa de que todas las listas de cosas que "te harán sentir viejo" en Internet tengan tal efecto, porque eventos sucedidos hace diez años parecen mucho más cercanos y el intento de situarlos en su lugar correcto en una línea de tiempo nos genera una sensación cercana al vértigo.
El efecto de reminiscencia
Otro causa que puede tener relación es el efecto de reminiscencia. La memoria está marcada por ciertos eventos que nos resultan significativos y nos ayudan a medir el tiempo vivido: eventos como el primer día de escuela, tu matrimonio, el día en que nació tu hijo, están marcados más vívidamente en tu memoria que el recuerdo de lo que desayunaste el jueves pasado, porque todos los recuerdos similares se funden en uno solo (todas las veces que te has cepillado los dientes se unen entre sí, a menos que haya sucedido algo importante en alguna de esas ocasiones). Pero la mayoría de estos eventos importantes, sobre todo las "primeras veces", suelen suceder en edades relativamente tempranas, y ésta podría ser una razón de que la infancia nos parezca más "larga" que la edad adulta en nuestra memoria.
Una tercera teoría, especialmente interesante, nos dice que esto tiene relación con el estrés. El reloj biológico de nuestro cerebro está situado en el hipotálamo. Este "reloj" no mide el tiempo en cuanto a segundos, minutos o años, sino que regula los ritmos circadianos, el ciclo de sueño y vigilia del cuerpo. Una de las funciones del hipotálamo es enviar señales a cada una de las células del cuerpo, indicándole si todo está bien o todo está mal, y en consecuencia generando estrés. Estas señales influyen sobre la longitud de los telómeros, que son especialmente sensibles al estrés, y en consecuencia son sensibles al envejecimiento. Menos estrés implica telómeros más largos, una vida más larga y mejor capacidad de memoria. Esto significaría que, de alguna manera, la "rapidez" del mundo exterior (generadora de estrés) podría hacer que, en efecto, envejezcas a una velocidad más acelerada.
En el mismo sentido, si bien no se ha logrado determinar en qué parte exacta del cerebro está localizada la manera en la que medimos el tiempo, sí se ha comprobado, por ejemplo, que el sistema de dopamina del cerebro está vinculado. Mientras que niños con el síndrome de Tourette son mejores en estimar intervalos de tiempo transcurrido que otros niños, para los niños con ADHD el tiempo pasa significativamente más lento.
Experimentos han demostrado que, en efecto, nuestra capacidad de medir correctamente el paso del tiempo se altera con la edad. Si le pides a una persona de veinte años y a una de setenta que te indiquen cuando haya pasado un minuto sin contar, la persona más joven lo hace con mayor precisión, mientras que para la persona mayor, el tiempo parece estar pasando más deprisa.
A pesar de lo común de esta sensación, no existe una palabra para describirla. El siguiente video (en inglés con subtítulos en español) aborda el concepto de "zenosyne", una palabra falsa creada para describir "la sensación de que el tiempo pasa cada vez más rápido":
En efecto, aunque aún no hay conclusiones claras con respecto a cómo funciona la percepción del tiempo en nuestro cerebro, parece que podría haber algunas cosas que podemos hacer para "hacer que el tiempo pase más lento", entre ellas, la práctica de la atención plena, eso que en inglés se denomina "mindfulness". Si cuando somos niños el tiempo transcurre más lentamente, es en parte porque estamos permanentemente en el presente, experimentando cosas nuevas y prestando atención con intensidad a nuestro entorno. Meditar, cambiar de rutina, enfocarse en las experiencias positivas y simplemente prestar atención a nuestras vidas nos permitirá crear nuevos recuerdos, experiencias frescas y mantener nuestro cerebro y nuestra mente jóvenes.
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