En ocasiones, nos obsesionamos con tener más equipo fotográfico, algo que no siempre es positivo y que no nos va a terminar otorgando automáticamente mejores resultados.
La página Neoprime ha realizado un interesante artículo de opinión dónde se baraja cómo influye en los fotógrafos la necesidad de tener el equipo más completo posible. Especialmente se incide sobre el síndrome GAS (Gear Acquisition Syndrome), el cual se podría aplicar perfectamente a la fotografía. Su traducción sería algo como “el síndrome de la adquisición de equipo”, y refleja como continuamente estamos deseando adquirir nuevos dispositivos.
No importa si actualmente disponemos de ese objetivo 50mm que queríamos tener para hacer fotos con un bokeh fabuloso, o si ya contamos con el tan ansiado macro que nos permitiría tomar imágenes con un grado de ampliación impresionante. Por ello, en ocasiones tener más equipo fotográfico puede resultar incluso negativo.
Créditos: Bo Landberger
De hecho, el libro ”The Paradox of Choice” (“La paradoja de la elección”) escrito por el psicólogo Barry Schwartz analiza cómo el hecho de tener más autonomía y libertad en nuestras decisiones, lo que provoca es que estemos más insatisfechos. Es decir, si tenemos la posibilidad de elegir entre una gran cantidad de modelos de cámaras, objetivos o accesorios, realmente nos sentimos peor que si únicamente existiera un número mucho más reducido de dispositivos.
El exceso de oferta en ocasiones puede saturar nuestra percepción del mercado
Así, es cómo el exceso de oferta en ocasiones puede saturar nuestra percepción del mercado. Barajamos entre diferentes opciones cuál puede ser la más acertada, e incluso de este modo, también nos arrepentimos posteriormente de no haber elegido la alternativa correcta.
Según se nos cuenta en Neoprime, lo inverso al síndrome de la adquisición anteriormente mencionado, sería el Gear Avoidance Syndrome (algo como “síndrome de evitar el equipo”), lo cual supone todo lo contrario con respecto a éste. Lo que quiere decir es que al tener menos posibilidades de elección, reducimos la necesidad latente de adquirir nuevos dispositivos y evitamos el hecho de estar continuamente deseando tener un nuevo gadget para obtener la fotografía perfecta.
En más de una ocasión hemos salido a la calle únicamente con un teleobjetivo o un gran angular a tomar fotografías. El problema es que durante el trascurso de nuestra sesión vamos a encontrarnos con diferentes situaciones que propiciarán el uso de un objetivo diferente. Por ejemplo, si tenemos una lente con una distancia focal muy reducida, quizás en algún momento nos hubiese gustado obtener una instantánea concreta con las características particulares que nos otorga un teleobjetivo.
Tener en nuestra mochila una amplia gama de lentes, realmente no soluciona nada el problema. A no ser que tengamos diferentes cuerpos de cámaras, únicamente podremos utilizar un objetivo, y por lo tanto limitarnos a un solo tipo de fotografía.
Al tener solo un cuerpo con una lente, eliminamos la inquietud por seleccionar la más adecuada
Quizás se piense que estos problemas relacionados con la distancia focal podrían solucionarse con un objetivo que abarcase un gran rango, los llamado “todoterrenos”. Pero la calidad que ofrecen no suele ser demasiado buena, especialmente si utilizamos diafragmas muy abiertos con su grado de ampliación máximo. Debido a ello, nos vemos forzados a utilizar un número f más alto (reduciendo la luminosidad) y una distancia focal menor a la que podríamos tener disponible. Por las desventajas comentadas, los objetivos todoterrenos en ocasiones no resultan ser lentes recomendadas por muchos fotógrafos, ya que no terminan siendo un sustituto natural de una fija o aquella que posee una distancia focal más reducida.
Por el contrario, si únicamente tenemos un cuerpo con una lente, aunque todas las opciones disponibles para hacer diferente fotografía han desaparecido, lo cierto es que también eliminamos la inquietud por seleccionar el método que será más adecuado. Se trata, no de limitarse únicamente a contentarnos con la cámara y el objetivo que tengamos de serie, sino de explorar en su totalidad los dispositivos que estemos utilizando en ese momento e intentar sacarles el máximo partido posible.
Tener menos opciones disponibles en nuestro equipo también provoca que nos centremos especialmente en aquellas que si podemos utilizar. En ocasiones no es cuestión de los materiales que dispongamos, sino de cómo lo utilicemos. Ahí es donde entra en juego nuestra creatividad como fotógrafos y aspectos como la composición o el mensaje transmitido con nuestra instantánea, conceptos que para ser desarrollados únicamente necesitamos nuestra imaginación.
Poseer los mejores accesorios o la cámara más cara no nos hace ser excelentes fotógrafos. Aunque es cierto que una tecnología más avanzada nos ayuda a explorar ciertos campos de la imagen, también existen otros valores que no están relacionados con tener el último modelo de réflex disponible en el mercado, sino con nuestro propio bagaje y experiencia como profesionales. Y la experiencia se consigue con la práctica.
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