Hoy en día estamos acostumbrados a escuchar música procedente de formatos digitales, ya sean CDs, archivos Mp3 o servicios de straming de audio como Spotify; la verdad es que en los últimos años nos hemos habituado a salir de viaje o a hacer deporte acompañados de nuestros reproductores de música digital o, directamente, con nuestro propio smartphone relegando a un segundo plano (o directamente al desván) otros gadgets y formatos como, por ejemplo, las cintas de casete. Aunque en octubre de 2010 (tras 31 años presente en el mercado) Sony anunció la retirada de su mítico Walkman, la compañía japonesa ha seguido vinculada a este formato (que muchos creían desaparecido del mercado) con sus grabadoras de casete aunque, según ha anunciado, estos productos también desaparecerán a principios de 2013 poniendo así punto y final a la era de las cintas de casete en Sony.
Confieso que la noticia me pareció bastante extraña puesto que, a estas alturas, daba ya por desaparecidos estos productos (sobre todo con la retirada del mítico Walkman en 2010) gracias a la proliferación de los smartphones y su capacidad para grabar sonido además de la existencia de grabadoras de voz digitales. Quizás, si tenemos en cuenta que este tipo de dispositivos han estado tradicionalmente vinculados al ámbito profesional, Sony haya decidido prolongar en mercado un tiempo más su producción hasta que la demanda haya bajado hasta un umbral que resulte insostenible plantear cualquier tipo de nuevos desarrollos de productos o la producción de los existentes.
Cuando uno comienza a ver el CD casi como algo obsoleto, gracias al Mp3 (que podemos comprar cómodamente desde Google Play o iTunes) o los servicios de streaming, sorprende mucho ver cómo ha aguantado en el mercado la cinta de casete desde que ésta se lanzase al mercado en 1963 de la mano de Philips y se convirtiese en un estándar de mercado, precisamente, por las presiones de Sony que consiguió que su rival licenciase el formato de manera gratuita.
Las cintas de casete fueron, durante décadas, el formato de intercambio de música de usuarios de todo el mundo mucho antes de que las grabadoras de CD, la compresión de archivos en formato Mp3 o el intercambio P2P se extendiesen entre los usuarios. Durante casi 40 años, las cintas de casete nos permitieron llevar nuestros discos de vinilo o las canciones que nos gustaban de nuestra colección de CDs a nuestro coche, a nuestro reproductor portátil (para hacernos algo más livianos los viajes), llevar nuestra música favorita a la casa de alguno de nuestros amigos al grabarle una cinta o, saltando por un momento al mundo de la ficción, hacer que Rob Fleming, el personaje de la novela de Nick Hornby "High Fidelity", pueda demostrar sus conocimientos musicales grabando el "recopilatorio perfecto".
¿Estamos ante la muerte de la cinta de casete? Quizás aún le queden algunos años más de vida, por ejemplo, mientras de modernizan muchos sistemas de grabación que aún utilizan sistemas de audio analógico pero, lógicamente, está abocado a su desaparición comercial habiéndose convertido ya en un objeto de colección para muchos aficionados a la música.
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