Los debates entre ateos y creyentes pueden resultar muy interesantes, pero también suelen aparecer una serie de argumentos falaces o poco elaborados que las convierten en una pérdida de tiempo. Aquí puedes encontrar una respuesta rápida y simple a algunos de ellos.
Una de las cosas que más me gusta hacer es debatir. Y uno de mis temas favoritos es el de la religión. Sin embargo, como ateo, muchas veces me encuentro con argumentos falaces o directamente tan estúpidos que explicar el porqué de esta estupidez lleva más tiempo del que merecen. Eso sí, esto no quiere decir que los debates con un creyente sean una pérdida de tiempo, ni mucho menos (el debate entre Richard Dawkins y el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, es un ejemplo de esto). Y, por supuesto, este manual de respuestas del ateo tampoco pretende ser, en absoluto, el texto que acabe con miles de años de religión.
Sencillamente, se trata de un sitio en el que encontrar una respuesta sencilla y razonada para evitar que al debatir sobre alguno de estos temas nuestro interlocutor recurra a argumentos vagos, equívocos o inexactos (o las tres cosas al mismo tiempo).
No puedes demostrar que Dios no existe
Ni tú que no es un dragón invisible que vive en mi garaje. Lo que, a su vez, es una variante de la famosa tetera de Bertrand Russell. El filósofo y matemático británico utilizaba este objeto para devolver la pelota a quienes tratan de usar este argumento como prueba de la existencia (o al menos, como prueba de su posible existencia) de un dios.
Básicamente, lo que dice Russell es que si él tratase de convencer a alguien de que hay una tetera (de porcelana china, en concreto) en órbita entre la Tierra y Marte, no podría limitarse a probar la veracidad de esta afirmación aduciendo que no es posible demostrar que no hay una.
Es decir, cuando alguien propone la existencia de un ser omnipotente y convenientemente invisible, es esa persona quien debe probar su existencia y no quien no crea en su invención. Y, de hecho, es así como funciona el método científico: una hipótesis debe ser demostrada para pasar a ser considerada un teorema. Por lo tanto, son los creyentes quienes tienen la tarea de demostrar que su dios existe con pruebas inequívocas.
La teoría de la evolución es sólo una teoría
Efectivamente, es una teoría. Pero en la segunda acepción del término, según el diccionario de la Real Academia Española.
Serie de las leyes que sirven para relacionar determinado orden de fenómenos.
No vamos a entrar a describir cómo funciona la evolución, pues sólo tratamos de proporcionar un pequeño manual de respuestas del ateo. Simplemente conviene recordar que no tiene sentido menospreciar esta teoría por el hecho de ser una teoría, pues está más que demostrada, a pesar de no poder ser reproducida.
Pero, sobre todo, hay que entender que en este 'desprecio' no cabe por una cuestión puramente nominal, pues la definición es muy diferente a la que se le suele dar al término teoría (que, por otro lado, se puede comprender, pues también está aceptada).
El diseño inteligente
Uno de los argumentos más utilizados por los creacionistas es el del diseño inteligente. A grandes rasgos, lo que viene a decir esta corriente es que el universo es tan complejo y perfecto que debe haber sido creado por un ente inteligente. Y uno de los mejores ejemplos de diseño inteligente somos los seres humanos.
O tal vez no. Hay todo tipo de ejemplos de un diseño no precisamente funcional, como el hecho de que el conducto respiratorio y el de alimentación, dos funciones vitales, sean el mismo, lo que hace que no se puedan realizar al mismo tiempo.
Dicho esto, se podría debatir si el diseño inteligente se debe entender como óptimo desde nuestro punto de vista o si es algo que no alcanzamos a comprender. Pero no se puede hablar de un diseño práctico tal y como lo entendemos.
Es mi opinión y tienes que respetarla
No. Es tu opinión y respeto la posibilidad de que tengas una; la que quieras. Pero tu opinión, en concreto, me parece estúpida y no pienso respetarla. Y espero que tú hagas lo mismo con mi opinión si no tiene base alguna.
Una opinión ha de ganarse el respeto con argumentos, no simplemente por el hecho de existir. Esto no quiere hacer que el debate no deba hacerse desde el respeto, pero nunca se debería aceptar este argumento, que normalmente es utilizado cuando el interlocutor es acorralado.
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