Es difícil tomar conciencia de un fenómeno que está sucediendo, aunque sea evidente, hasta que alguien simplemente le pone un nombre. Nick Carr se refiere con appification a la tendencia de los usuarios a usar cada vez menos el navegador web en favor de otras aplicaciones online. Esta tendencia es posible que sólo sea verdaderamente cierta en los smartphones y los tablets ya que en definitiva ni los sitios web ni el propio HTML están bien adaptados a smartphones y tablets.
Un efecto secundario de la “aplificación” es que ha demostrado que no sólo existen bienes y servicios por los cuales los consumidores están dispuestos, o no, a pagar; sino que la forma en la que se les pretende cobrar también es determinante para que se decidan a pagar. La “aplificación” ha creado un sistema de puntos de peaje.
El modelo de negocio en venta de contenidos tiene similitudes con el sistema de cobro por uso de las autopistas. Existen por una parte contenidos (carreteras) de baja calidad que son gratuitos, y por otra parte contenidos (autopistas) que son de alta calidad y hay que pagar por ello. El problema no sólo estriba en determinar si los conductores estarán dispuestos a pagar por la autopista frente a la carretera, sino, además, cómo les parece justo hacerlo. Puede que los conductores más asíduos estén dispuestos a pagar un abono mensual por uso ilimitado de la autopista. Pero es poco probable que la mayoría de los conductores compren abonos. Incluso es poco probable que acepten pagar por entrar en la autopista, y es por ello que se paga siempre al salir.
Repasando un poco cómo funciona el modelo de peaje se llega a que:
1º) El usuario puede hacer uso libremente (en principio) de algunos bienes y servicios.
2º) El usuario paga después de haber utilizado el servicio y, además, paga en función del uso (número de kilómetros recorridos).
3º) El usuario es vagamente consciente de que en algún momento tendrá que pagar, pero desconoce el precio exacto que le van a cobrar al final, lo cual le dificulta limitar el consumo.
4º) El usuario no puede dejar de pagar una vez que ha hecho uso del servicio.
5º) El usuario podría volver a la opción gratuita pero perdería algo (comodidad).
En el caso de los contenidos, vale la pena, además, pensar en las posibilidades del versionado. El versionado lo llevan haciendo exitosamente muchos años las consultoras como Gartner, en base a ofrecer gratuitamente algunas conclusiones de un estudio y vender los detalles del mismo a los clientes dispuestos a pagar por ellos. Carr apunta un estudio de Hal R. Varian en 1997 que evalua cómo maximizar el beneficio usando diferentes versiones del mismo contenido (cuando ello es posible). El cambio de “versión” puede no ser necesariamente en el contenido en si mismo, sino en la forma en la cual se distribuye y se presenta, como por ejemplo es el caso de algunos sitios de contenidos adultos que son gratuitos en versión web pero de pago si se accede desde un móvil.
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