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sábado, 23 de mayo de 2015

El cine documental que golpea la conciencia

El cine documental que golpea la conciencia

Sabed que las películas documentales también son capaces de sacudirnos bien fuerte. Y para muestra, las doce que siguen. Vedlas por vuestro bien.

A estas alturas de la película, nunca mejor dicho, aún se encuentra uno a un montón de personas que piensan que los documentales son necesariamente aburridos y nada emocionantes. Pero lo cierto es que han debido de permanecer escondidos debajo de una piedra para no conocer el cine documental que a no pocos nos ha resultado apasionante, o no haber tenido interés en conocerlo, sencillamente. Sea como sea, no perdáis vosotros la oportunidad de ver las películas documentales que os recomiendo a continuación.

Godfrey Reggio y el experimento de la vida moderna

En octubre de 1982, este director estrenó Koyaanisqatsi en el Radio City Hall de Nueva York ante unas 5.000 personas, y se convirtió de inmediato en una película de culto. Se trata de uno de los documentales más insólitos que podemos sentarnos a ver incluso hoy, a pesar de que cuenta con dos continuaciones nominales, Powaqqatsi (1988) y Naqoyqatsi (2002), y probablemente, Visitors (2013), ninguna de las cuales he tenido el placer de contemplar todavía como la primera, que me dejó literalmente con la boca abierta cuando la descubrí. La sucesión de imágenes sin comentario alguno del desarrollo humano y la naturaleza a distintas velocidades, con la omnipresencia de la hipnótica banda sonora de Philip Glass, le dejan deslumbrado a uno, y le hacen consciente de hasta dónde ha llegado nuestra civilización.

Michael Moore y la brillante socarronería política

Uno de los cineastas más odiados del mundo, hasta el punto de que no pocos le consideran un simple panfletario. Pero si no le tragan es porque Bowling for Columbine (2002), Fahrenheit 9/11 (2004) y Sicko (2007) dan en la diana en sus distintas exposiciones: sobre la violencia con armas de fuego en Estados Unidos, la toma del poder de George W. Bush y las mentiras acerca de la última Guerra de Iraq y el vergonzoso sistema sanitario estadounidense. Y no importa si en ocasiones peca de efectista, e incluso algunas, las menos, de manipulador; la inmensa mayoría de los hechos que muestra son eso, hechos, sus argumentos y tesis principal resultan difícilmente refutables y, además, su agilidad en el montaje, con secuencias que brillan cuando deben brillar, su descaro y su sentido del humor de veras encandilan a quien se acerca a su cine sin prejuicios, al tiempo que le abren los ojos y le indignan.

Robert Greenwald y la ortodoxia implacable

Por lo general, los documentales de estilo ortodoxo, de esos cuya manera de narrar o de exponer hemos visto montones de veces, no suelen destacar: no experimentan y no arriesgan ni utilizan técnicas emocionales que puedan impresionar al espectador. Pero Al descubierto: la guerra en Iraq (2003), de Greenwald, es tan implacable y tan claro en la enunciación de las mentiras para justificar que el Gobierno estadounidense y sus aliados invadieran este país de Oriente Medio que basta para que sobresalga así. Por otra parte, este director volvió a abordar el asunto iraquí en 2006 con Iraq for Sale: The War Profiteers, sobre las empresas que hicieron negocio con la invasión; pero todavía no lo he visto.

Davis Guggenheim y demostración personalizada de la catástrofe

Una verdad incómoda (2006) quizá esté demasiado centrado en la persona de Al Gore, pero la cuestión que aborda es tan importante, y lo hace con tal sencillez y desenvoltura, que sería incomprensible no adherirse a la lucha contra el calentamiento global después de contemplarlo.

Andrei Nekrasov y la denuncia necesaria

Una cámara inquieta desvela los pormenores sobre el asesinato por envenenamiento del espía ruso Alexander Litvinenko, que había huido a Londres de la persecución en su país por denunciar los actos violentos que habían llevado a Vladimir Putin al poder. El caso Litvinenko (2007) es un documento imprescindible, que garantiza el suspense y sirve para tomar conciencia de cómo son algunas naturalezas políticas.

Charles Ferguson y las crónicas de la infamia

Si otros documentales desmontan los embustes del Gobierno de George W. Bush para plantar a su ejército en Iraq, La guerra sin fin (2007) muestra limpiamente, sin ningún género de dudas, las meteduras de pata que se cometieron antes y durante la invasión. Por otro lado, Inside Job (2010) es ese documental que nadie debería perderse en la coyuntura actual y para el futuro, pues nos recuerda de una forma de lo más contundente que la crisis económica que llevamos años padeciendo no fue un fenómeno natural, impredecible e insalvable, sino que tiene unos causantes clarísimos que no han pagado por el enorme sufrimiento que le han originado al mundo entero.

Alex Gibney y la indignación

Taxi al lado oscuro (2007) es un relato escalofriante de la injusticia y la impunidad institucionalizadas acerca de un taxista afgano encarcelado por error, torturado y asesinado en un centro de detención estadounidense. Produce esa indignación que sólo se da cuando sus responsables son los que siempre han dicho que forman parte de “los buenos”.

Louie Psihoyos y los puñetazos emocionales

Pocas películas me han provocado una conmoción semejante a la que me ocasionó The Cove (2009), un trepidante documental sobre la matanza de delfines en una cala japonesa que, no sólo es de uno de los mejores que he visto jamás, sino que, si aceptáis mi consejo de verlo también, os pido disculpas de antemano por el dolor que vais a sentir y las lágrimas que os podría arrancar.

Yann Arthus-Bertrand y el amor por la belleza de la Tierra

Home es un filme bellísimo de distribución libre cuyas imágenes de la naturaleza de 50 países dejan sin aliento, que se estrenó en junio de 2009 a la vez en todo el mundo, tanto en salas como en internet, y que reivindica lo mismo que el documental de Guggenheim: que cuidemos de la naturaleza antes de que sea demasiado tarde.








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