Nightcrawler (2014) de Dan Gilroy. Con Jake Gyllenhaal, Rene Russo y Bill Paxton.
Con unos actores más que dignos y una historia entre lo cotidiana y lo diferente, Nightcrawler resulta altamente entretenida: cuenta la historia de un joven que trata de hacerse a sí mismo por cualquier método, sea legal, ilegal o medio medio. Es alguien educado en la universidad de la vida que un buen día se topa con el negocio de los «freelances de las agencias de noticias» que graban vídeos para vender a los noticieros de las televisiones locales, en este caso de Los Ángeles. A partir de ahí comienza una espiral de degradación sobre qué es correcto e incorrecto, ético y no ético tanto en la profesión como en la vida misma.
Con reminiscencias de El gran carnaval (Ace in the Hole, 1951) Nightcrawler es tanto un estudio sobre el periodismo actual como sobre cómo los avances tecnológicos y sociales han influido en las noticias, lo que buena o malamente se ha dado en llamar el «periodismo ciudadano». ¿Es cualquiera que porte un móvil o una videocámara un periodista? ¿Sabe todo el mundo comportarse adecuadamente a la hora de captar la información? ¿Dónde están los límites? En la película los vídeos se suben a las redes sociales, las televisiones mantienen guerras por el share e incluso se ve que quien cuenta con el mejor equipo técnico (coches, escáneres de policía, conexiones inalámbricas para subir los vídeos) tiene a veces una ventaja fundamental.
Que el protagonista además sea aquel misterioso e hipnotizante Donnie Darko (2001) tiene su punto, al igual que la siempre espléndida Rene Russo. Y además hay carreras de coches. ¿Qué más se puede pedir? Palomitas y a pasar la tarde.
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