viernes, 13 de febrero de 2015

¿Qué le ocurre a nuestro metabolismo en el espacio?

¿Qué le ocurre a nuestro metabolismo en el espacio?

¿Qué le ocurre a nuestro metabolismo en el espacio? Permanecer allí durante largos periodos puede resultar perjudicial. Así lo muestran numerosas investigaciones, las cuales solo han mostrado la punta del iceberg.

No es difícil toparnos con artículos sobre lo que les ocurre a los astronautas cuando pasan cierto tiempo en el espacio: algunos problemas musculares, el hecho de crecer un poquito o incluso el curioso efecto de los ronquidos silenciosos. Pero es más difícil saber qué le ocurre a tu metabolismo cuando te encuentras allá arriba. ¿Funciona igual? Los procesos por los cuales, día a día, hacemos la digestión, respiramos, renovamos nuestras células, olemos, degustamos, sentimos, pensamos... en definitiva, vivimos, ¿qué les ocurre? ¿Hay mucha diferencia? Esta pregunta es la que llevan haciéndose los investigadores desde que comenzó la carrera espacial. Y muchos son los descubrimientos realizados hasta la fecha sobre el metabolismo en el espacio.

El metabolismo en el espacio es más lento

En general, si tuviéramos que resumir muy grosso modo lo que le ocurre a nuestro metabolismo en el espacio diríamos que se vuelve más lento. No en el sentido estricto, pero sí práctico. Al estar en el espacio, lo primero que ocurre es una modificación en el metabolismo proteico. El cuerpo es incapaz de proveer a la velocidad suficiente de proteínas y el músculo va perdiendo consistencia, ligera pero importante. De aquí se derivan algunos de los problemas musculares y se debe esencialmente a la falta de gravedad. Ésta también afecta a otros compuestos como el sodio, esencial para el movimiento y otros procesos metabólicos. El sodio lo tomamos con la sal, entre muchos otros alimentos, y es rápidamente eliminadoEn el espacio la producción de proteínas se vuelve sensiblemente más lenta gracias a nuestro sistema regulador y debido a que es muy soluble en agua.

Sin embargo, en el espacio el sodio tienen tendencia a quedarse más tiempo en nuestro cuerpo. No se elimina tan fácilmente y parece más independiente de la aldosterona, hormona encargada de su regulación, que en la tierra. Esto, aunque no tiene por que resultar peligroso, hace necesario revisar su cantidad en el cuerpo durante las estancias largas en el espacio, además de poder influir en varios procesos del metabolismo en el espacio. Los huesos también han sido uno de los objetos principales de estudio.

metabolismo en el espacio

Thomas Marshburn, Roman Romanenko y Chris Hadfield en su regreso de la ISS. Necesitaron varias semanas de recuperación. Fuente: O.canada

La calcificación producida por los osteocitos del hueso deja de producirse con tanta eficiencia debido, hipotéticamente, a la falta de gravedad y al ligero aumento de cortisol sanguíneo. El calcio se acumula en otras zonas y es excretado más fácilmente, mientras que no se fija bien al hueso, provocando el potencial peligro de la osteoporosis. Aunque recientemente se ha descubierto que se puede paliar parte de este problema con la selección adecuada de los candidatos espaciales y añadiendo ejercicios específicos, la fijación del calcio sigue siendo uno de los grandes problemas del metabolismo en el espacio.

Anemia, resfriados y acumulación de grasas

¿Y que pasa con la grasa y la energía? Como comentábamos antes, todo el metabolismo parece ralentizado. En esta ocasión el culpable es la falta de actividad, ya que el cuerpo no está sometido a la constante presión de la gravedad. Esto provoca que se genere más grasa y se gaste menos energía, además de una sensación de entorpecimiento y mayor. Por suerte, esto no les ocurre a nuestros astronautas debido a su cuidada alimentación (y a la falta de puestos de comida rápida en la ISS). Por otro lado, asociado al metabolismo del sodio que comentábamos antes, también se ha observado un aumento del cortisol, lo que puede aumentar el catabolismo, es decir el consumo metabólico, de azúcares y grasas lo que contrarrestaría su La falta de gravedad provoca la acumulación mayor de grasas y una ligera anemia ferropénicaacumulación. Aunque, eso sí, es demasiado ligero para plantearnos comer como cerdos sin engordar un ápice.

El cortisol, además de afectar a la grasa y al hueso, provoca cierta desactivación de nuestro sistema inmunitario, por lo que es relativamente más fácil enfermar en el espacio. La sangre, por otro lado, también sufre de algunas variaciones de metabolismo en el espacio. Los astronautas sufren normalmente de anemia ferropénica, es decir, falta de hierro. La falta de gravedad provoca la reducción de entre un 10 y un 15% del volumen total de sangre (debido entre otras cosas a una ligera disminución del corazón). Por desgracia, aunque se ha observado una acumulación de hierro en los cuerpos de los astronautas, todavía no terminamos de entender qué puede significar esto durante una estancia larga en el espacio. Como comprobaréis, el cuerpo humano no está adaptado a vivir en el espacio. Aunque puede acostumbrarse rápidamente.

Misión futura

Samantha Cristoforetti en la Soyuz, entrenando. Fuente: ESA.

Aún no sabemos qué ocurriría ante un periodo verdaderamente largo. Esto es, varios años o más, algo que por ahora se nos escapa pero que, tememos, sería bastante perjudicial para nuestro cuerpo. Todavía queda mucho por descubrir y algunas de las investigaciones más interesantes al respecto se realizarán durante la misión Futura, liderada por Samantha Cristoforetti. Todo con el objetivo de poder mandar algún día a nuestros astronautas en un viaje largo, mucho más largo, en busca de nuevos misterios y, tal vez, la conquista de nuevos planetas. Pero antes debemos esforzarnos en comprender mejor nuestro metabolismo en el espacio.








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