Cada año estamos acostumbrados a cambiar el reloj dos veces de hora, en primavera y en otoño, para ajustar el reloj al horario de verano y de invierno respectivamente (y así ahorrar energía). Cada cuatro años, nuestro calendario tiene un día más para realizar un ajuste relativo al movimiento de traslación de la Tierra puesto que éste es de 365 días y 6 horas y no de un año exacto, así que cada cuatro años sumamos un día extra. A estos dos ajustes horarios debemos sumar un ajuste más que no es muy conocido, denominado leap second (el segundo intercalado) que hace que en determinadas ocasiones, existan días que tienen 24 horas y un segundo y, concretamente, este pasado 30 de junio la transición horaria que tuvimos fue 23:59:59 → 23:59:60 → 00:00:00.
¿24 horas y un segundo? Aunque puede sonar raro, la gran mayoría de países es algo que tienen controlado y, por ejemplo, el caso de España (donde el horario oficial lo dicta el reloj atómico del Real Observatorio de la Armada de San Fernando, Cádiz) las autoridades encargadas de fijar la hora oficial lo habían anunciado con bastante antelación a través de su página web.
¿Y por qué hay que hacer un ajuste de horario cada cierto tiempo? En los años 60, cuando se creó el Sistema Internacional de Unidades se tomó una definición formal del segundo como 1/86400 parte de un día solar medido medido entre 1750 y 1890 y, posteriormente, en 1967 se volvió a revisar y se cambió el criterio para utilizar los relojes atómicos (de gran precisión y que actualmente rigen los sistemas horarios de la gran mayoría de países y sirven para dar la hora oficial). Si bien el reloj atómico es especialmente preciso, la rotación de la Tierra (que rige nuestros días y la mayoría de cálculos) no es tan precisa y está sujeta a cambios que hacen que el cálculo necesite ajustes y correcciones (por adelantos o retrasos con respecto al reloj atómico).
Con la idea de mantener controlado el desfase horario, el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia (IERS) es el encargado de mantener controlado este desfase y realizar el ajuste necesario para sincronizar horarios y poner a cero la discrepancia entre el horario oficial (el medido por los relojes atómicos) con el tiempo solar medio. ¿Y cuándo se realiza este ajuste? Cuando al discrepancia está cercana al segundo, algo que puede sonar bastante simple pero que, realmente, está sujeto a múltiples cálculos y medidas. El Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia (IERS) anunció en su Boletín C número 43 de fecha 5 de enero de 2012, la introducción de un salto en la escala de tiempo UTC (un segundo intercalar) a finales de junio de 2012 con la idea de mantener controlado el desfase y corregirlo. Hasta ahora, todos los ajustes realizados han sido para sumar un segundo pero podría darse el caso (y así está contemplado) que hiciera falta restarlo, algo que nunca se ha llegado a hacer desde que se aplica el leap second desde 1972 (año en el que se sumaron 2 segundos, uno en junio y otro en diciembre).
¿Y es algo que notamos? En la mayoría de casos es algo que no notamos (el último fue en 2008 y el anterior en 2005) y es totalmente transparente puesto que “la hora oficial” se ajusta en ese segundo y así se distribuye, por ejemplo, en los servidores horarios (NTP) de muchos organismos e ISPs (aunque en algún que otro servicio llegó a causar más de un quebradero de cabeza).
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