En diciembre de 2010, la NASA realizó un anuncio que generó un gran revuelo en la comunidad científica internacional al publicar que habían descubierto una bacteria con arsénico en su ADN. El anuncio fue bastante sorprendente y tuvo un gran impacto puesto que el equipo de investigación de la NASA había localizado una bacteria extremófila que vivía en condiciones ambientales de alta concentración de arsénico y baja en fósforo (en Lago Mono en California) que había sido capaz de integrar en su bioquímica el arsénico ante la insuficiencia del fósforo. Desde un primer momento, parte de la comunidad científica cuestionó el hallazgo aunque la NASA defendió su tesis, sin embargo, desde entonces se han realizado algunos estudios para verificar las conclusiones de la NASA y parecer ser que dos de ellos afirman que la NASA se equivocaba.
Todo ser vivo está basado en seis elementos: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, fósforo y azufre y, básicamente, todos los seres vivos somos combinaciones de dichas 6 bases. El arsénico, si bien es similar al fósforo desde el punto de vista químico, es un elemento tóxico y, por tanto, representa lo contrario a la vida, por tanto, el descubrimiento de la NASA daba la vuelta a los esquemas que se habían establecido a este respecto. Lógicamente, para que una tesis pueda aprobarse, el experimento realizado debe ser repetible y verificarse (recordemos el fallido experimento de los neutrinos), por tanto, tras el anuncio varios equipos de investigación se pusieron manos a la obra para demostrar que la NASA se equivocaba o, por el contrario, estábamos ante unos de los descubrimientos científicos más importantes de lo que llevamos de siglo.
A través de un artículo publicado por la revista Science, un equipo del Instituto de Microbiología del ETH de Zurich (Suiza) ha señalado que la bacteria GFAJ-1 (que fue el nombre que recibió) es capaz de vivir en condiciones muy extremas, es decir, con altas concentraciones de arsénico pero que en el medio en el que vive debe existir fósforo para que pueda sobrevivir, aunque sea en concentraciones muy pequeñas. Las pruebas de espectrometría de masas realizadas por el equipo constatan la presencia de fósforo dentro del ADN de la bacteria y, por tanto, la ausencia de arsénico (que fue lo que la NASA sostuvo).
El otro de los estudios publicados, también en Science, ha sido realizado por las Universidades de Princeton y British Columbia y parece que también han llegado a la misma conclusión que sus colegas de Suiza. Este equipo, que ha trabajado de manera aislada a los suizos, también ha determinado que la bacteria GFAJ-1 necesita fósforo para poder vivir, aunque sea en una concentración extremadamente baja si se compara con la de arsénico y, por tanto, el arsénico no es el componente que la hace vivir.
Wolfe-Simon, la responsable del hallazgo en la NASA, sigue manteniendo que la bacteria podría metabolizar el arsénico y, por tanto, que la tesis formulada podría ser válida (aunque haya sido desmontada siguiendo el método científico). En base a estos resultados podría decirse que el método científico ha refutado la teoría que la NASA anunció a bombo y platillo a finales de 2010 y, por tanto, todo habría quedado en un error durante los experimentos pero, entonces, ¿por qué la NASA realizó un anuncio tan revolucionario sin contrastar los datos? ¿Por qué no fueron más cautos en este sentido?
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